Todavía no sé cómo acabará, ni lo que le precederá, sólo sé que estos protagonistas van a ser parte de un próximo proyecto que ronda por mi cabeza. Él es...
"Él pasó su mano por detrás de mi nuca y con un movimiento brusco me acercó a su boca. Se detuvo a tan sólo dos centímetros de sus labios y fueron sus ojos de un color azul grisáceo casi transparentes los que la devoraron.
Y ahí, soportando su mirada, me empezó a recorrer un delirante escalofrío por mi espalda al sentir su fría mano deslizándose bajo mi camiseta.
—Quítatela —ordenó.
Sin poder apartar mis ojos de los suyos, mis manos obedecieron y tras lanzar la ligera prenda de ropa al suelo, e impulsada por una fuerza invisible me abalancé sobre él.
Apoyada sobre su pecho mi mano se introdujo por la tentadora abertura de su pantalón. El tacto de sus pectorales era frío, algo que contrastaba totalmente con el calor que empezaba a quemarme por dentro, al sentir la dureza de su cuerpo y al saber lo que iba a ocurrir.
—¿Estás segura de que quieres seguir? Cuando esto empiece, por mucho que supliques,ya no habrá vuelta atrás. —Su susurro fue casi amenazante y eso hizo que tomara mi decisión.
No pude articular palabra ninguna. Mi mano alcanzó su objetivo y él cerró sus inquietantes ojos a la vez que por su boca surgía un profundo gemido. La bomba había sido activada.
Sus dos manos se aferraron a mi cintura y se lanzó sobre mí, tumbándome en el sofá. Con el peso de su cuerpo me inmovilizó y mis muñecas fueron prisioneras de sus manos sobre mi cabeza. Su aliento me embriagó por completo y antes de cerrar los ojos le supliqué...
—Hazlo, por favor... y no te detengas pase lo que pase.
Sus
labios empezaron a trazar un camino por mi cuello, desde el lóbulo
de mi oreja hasta la yugular y allí se detuvieron. Débiles
mordiscos electrificaron la piel de todo mi cuerpo y ya con las manos
liberadas de su agarre, lo despojé de su camisa.
Sus
fríos dedos liberaron mi pecho de la copa del sujetador y mirándome
fíjamente a los ojos, lentamente descendió hacia él, hasta que sus
labios tomaron contacto con mi pezón, erizado ya antes de que me
tocara.
Arqueando
mi espalda le mostré una perfecta visión de mi cuerpo semidesnudo y
lanzando mi cabeza hacia atrás acompañado de un sensual suspiro, mi
cuello quedó completamente expuesto a su perversión.
Sus
brazos se deslizaron por detrás de mi espalda e incorporándose
sobre sus rodillas me levantó con él. Entre los escasos centímetros
que separaban nuestros cuerpos pude apreciar su torso, su abdomen y
el principio de aquello que tanto deseaba yo y que ahora tenía a mi
alcance. Acabé de desabrochar su pantalón y lentamente lo deslicé
hacia abajo.
Su
respiración empezó a acelerarse y sus dedos se clavaban sin
compasión en mi espalda. De repente, agarrando la tira trasera de mi
sujetador, me la arrancó de un fuerte tirón y con la otra mano lo
liberó de mis brazos, dejando mis pechos desnudos frente a sus ojos
enloquecidos. Mi gemido de sorpresa lo alteró más todavía y fue
entonces cuando ya perdí el control al sentir sus dientes sobre mi
cuello.
Mi
mano se introdujo dentro de sus boxers y la otra sujetaba con fuerza
su cabeza contra mí, cuando con un rápido movimiento volvió a
inmovilizarme por las muñecas por detrás de mi trasero y pegó su
cuerpo al mío.
—Estoy
a punto de cruzar la línea. Sé sensata y huye. Todavía estás a
tiempo. —El simple roce de su nariz con la mía me hizo perder el
control.
—No
quiero huir. Quiero cruzar esa línea contigo. ¡Ahora!
Solté
mis manos y debatiéndome entre la lujuria y la locura cerré mis
dientes sobre su hombro. La dureza de su carne no me permitió más
que provocarle un ligero rasguño, pero lo suficiente como para
desatar su perversa pasión.
De
nuevo sujetándome por los hombros me tumbó sobre el sofá y
mirándome de una forma intensa, agarró mi tanga y lo arrancó de mi
entrepierna, dejándolo maltrecho y colgando de mi cadera. De un
salto y con un sólo movimiento se despojó de sus boxers y su
pantalón y otra vez entre mis piernas abiertas a él, su mirada se
clavó en la mía. Por un instante, abandoné sus ojos y los míos se
fueron deslizando por todo su cuerpo. Repasé uno a uno sus
abdominales y recorrí centímetro a centímetro cada uno de sus
oblicuos. Por fin, pude recrearme mirando su miembro, erecto frente a
mí, desafiando a mi cordura, aunque a esas alturas ya hacía rato
que me había abandonado del todo.
Él
seguía allí de rodillas, frente a mí, inmóvil. Su respiración
entrecortada se aceleraba cada vez más y cuando finalmente pude
volver a mirarle a los ojos, no tuve tiempo de ver nada más que su
media sonrisa, mostrándome sus blancos y perfectos dientes.”
Y los próximos serán...
4 comentarios:
Ohhh!!! No puedes dejarme así. .. quiero más. ..
Ohhhh Cristina!!! No te preocupes, conocerás a los demás y pronto libro... ;)
Ayyyy que no habia visto esta entrada Mel!! ya me tienes con la boca abierta y la baba colgando...Esa fotito de mi Ian ahi, en primera plana junto a tus palabras... me matas nena!
Publicar un comentario